¿Las lenguas varían? De ser así cómo lo hacen y cómo es estudiada esa variación, véase.
Las lenguas son complejos y sofisticados códigos diasistémicos mayoritariamente verbales que tienen facultad para distinguir a la especie humana de entre cualquier otra y para permitir establecer complejos procesos de comunicación en la dimensión oral, y en muchas lenguas también en la dimensión escrita -existen lenguas que se manifiestan en ambas dimensiones y otras que carecen de tradición escrituraria por motivos varios-, entre los usuarios de una misma lengua. Todas las lenguas naturales, si bien las artificiales tienen otras características, se caracterizan por una serie de factores tales como la convencionalidad. Las lenguas son convenciones que tienen lugar en el seno de una sociedad determinada, en tanto en cuanto se respete la convención la lengua seguirá siendo operativa y no surgirán los indeseables problemas de comunicación humana. Ahora bien, la lengua es un elemento que goza de vitalidad y flexibilidad, por ello cambia o varía dentro de la sociedad o sociedades donde tiene lugar de diversas maneras, a pesar del alto grado de normalización de la lengua -a través de las instituciones filológicas destinadas a dicho objetivo y las normas cohesivas que se publican (gramáticas, diccionarios, manuales…)-, esta sufre variaciones, véanse a continuación las más significativas:
- Variación diacrónica o temporal: La lengua como elemento vivo que es evoluciona entre las comunidades de usuarios a lo largo del tiempo de forma constante e ininterrumpida. Por ello cuando leemos a Cervantes, por ejemplo, nos damos cuenta de que su español dista mucho del español que utilizamos nosotros en la actualidad. Por lo tanto, cuando hablamos de variedades diacrónicas hablamos de las diferentes versiones que ha tenido una lengua a lo largo del tiempo desde su surgimiento hasta la actualidad, en el caso del español o castellano por ejemplo podríamos destacar el castellano medieval, el castellano del siglo de oro, el castellano contemporáneo… La lengua castellana adquiere interferencias, tonalidades, variaciones y palabras de otras lenguas que no son el latín (de la que surge), a estas influencias se las conoce como influencias de sustrato si pasan al latín antes de la romanización de la península ibérica, o de superestrato si ocurren después de la romanización con la disgregación del imperio y la llegada de otras civilizaciones en su mayoría provenientes del norte y este del continente europeo.
- Variación diatópica o geográfica: La lengua es un elemento que ciertamente varía dentro del territorio en el que es usada por diversos motivos relativos a la extensión de este, la lejanía entre los núcleos urbanos y rurales, la lejanía internacional, la lejanía geográfica, los dilatados procesos de comunicación entre cada área lingüística (que cada vez son menores por la modernización de las tecnologías de la información y la comunicación, y los transportes, en ese proceso de globalización mundial o como dirían los anglófilos global village) y demás. En el caso concreto del español o castellano podemos apreciar la variación diatópica dentro de los países hispanófonos y por supuesto entre ellos: No es lo mismo el castellano que se habla en Soria capital que en los pueblos de la zona de Tierras Altas, ni tampoco es igual es español de la Comunidad de Madrid que el de Andalucía, ni tampoco podemos equiparar el español de México con el de Guinea Ecuatorial. Es muy significativo a nivel lingüístico como las variedades geográficas son capaces de relacionar a las personas con su origen territorial. Esta variación diatópica en ocasiones causa que la lengua adopte por así decir modalidades o características distintivas muy específicas en zonas determinadas y da lugar a la aparición de dialectos. Desde el punto de vista estrictamente lingüístico no tiene mucho interés el tema de la glotonimia debido a que en la mayoría de las ocasiones las clasificaciones que se hacen entre lo que se consideran lenguas de lo que se consideran dialectos son consideraciones a fin de cuentas políticas, donde el criterio filológico carece de incumbencia: Ejemplo claro de esta cuestión es por ejemplo la lengua cooficial de la Comunidad Valenciana, varios filólogos han escrito infinidad de publicaciones sobre el asunto alegando que el valenciano no es una lengua, sino un dialecto (ya que apenas sufre variaciones lexicales y fonéticas del catalán estándar y lo sustancial de la lengua no varía), alegando que el mero hecho de llamar al catalán de valencia valenciano es un glotónimo -es decir nombre de lengua, igual que en castellano decimos vasco y no euskera o griego y no ελληνικά-. Por supuesto las aspiraciones identitarias de la clase política valenciana discrepan y han establecido en el estatuto de autonomía de esa comunidad que la lengua cooficial allí es el valenciano, una lengua diferente al catalán. La discusión de si un código lingüístico es una lengua o un dialecto es una discusión ciertamente estéril, aun así, la lingüística nos indica que existen una serie de rasgos que pueden ayudarnos a discernir entre estos dos estatus lingüísticos. Las lenguas tienen un alto grado de normalización, una tradición literaria consolidada y una aceptación mayoritaria por parte de la sociedad que hace uso de ella. Los dialectos en cambio tienen a sus usuarios en una situación de subordinación a otra lengua ya que el usuario de un dialecto fija su ideal lingüístico en una lengua que inconscientemente considera superior, la escasa normalización del dialecto causa también que dentro del mismo haya gran variación, los rasgos dialectales no son para nada unitarios, también es notable que existe una escasa tradición literaria en dialectos, los usuarios de dialectos prefieren plasmar sus manifestaciones culturales en lo que consideran lenguas más capaces y que llegan a más personas -ahí sería interesante, por ejemplo, analizar de forma cuantitativa si los autores literarios argentinos cordobeses se decantan más por el español cordobés, o por el rioplatense (español argentino estándar)-.
- Variedades diastráticas o formativas: Estas variedades hacen referencia a los distintos niveles de instrucción de los usuarios de una lengua, normalmente muy en relación con los estratos sociales a los que pertenecen. Son fácilmente diferenciables los niveles diastráticos de cada usuario; existe un nivel culto empleado por personas muy instruidas y que ciertamente no es la lengua materna de casi ninguno de ellos (bidialectalismo), esta lengua culta o «acrolecto» goza de prestigio social y ejerce gran influencia sobre la vida diaria de los ciudadanos, es normalmente proyectada como lengua nacional y lengua para la transmisión de la cultura; existe también un nivel estándar de la lengua que es la lengua nativa de la mayoría de la población, sigue la mayor parte de las convenciones normativas de la lengua pero es menos rígida que la culta y se adapta mejor a las diferentes situaciones comunicativas; y por último tenemos un nivel de lengua vulgar o «basilecto», que denota las carencias lingüístico-formativas de sus usuarios. Estos niveles de lengua bajos reciben rechazo social, son comúnmente utilizados por grupos marginales, personas de núcleos rurales con escaso nivel de escolarización, analfabetos, etc. y comúnmente no suscitan interés de estudio por parte de la filología.
- Variedades diafásicas o situacionales: Entendemos como diafásia a las diferentes modalidades que adapta la lengua según sus usuarios se encuentren en unas situaciones comunicativas determinadas, por ello no es lo mismo la lengua que se utiliza en una conversación familiar que la lengua que se utiliza en una presentación académica de una tesis doctoral. Los factores que influyen en el uso de un lenguaje u otro pueden ser; la personalidad del emisor y el receptor (sexo, edad, ideología…), la unilateralidad de la comunicación o la bilateralidad o la multilateralidad, la atmosfera o grado de formalidad de la situación comunicativa, el ámbito de interacción social, el tema que se trata, el canal o dimensión (oral o escrito), el código verbal, la estructura discursiva, la intencionalidad, etc.
- La variación personal o idiolectal: Todos los usuarios de una lengua tienen rasgos de carácter personal que muy sutilmente difieren de la lengua estándar -los idiolectos-, por ello no es lo mismo el castellano que yo uso que el de mi vecino, por ejemplo. Yo tiendo a nasalizar mucho las vocales contiguas a consonantes nasales porque mi lengua nativa es el portugués o mi vecino tensa mucho las consonantes laterales o utiliza muchas preposiciones cuando habla, por ejemplo. Todo ese conjunto de idiolectos, o variaciones personales, con escasa diferenciación entre sí conforman dialectos de zonas concretas. Los idiolectos también tienen mucha relación con las variedades diastráticas y diafásicas, luego podría decirse que suponen un compendio de todas ellas a nivel personal.
El estudio de la variación lingüística tiene varios abordajes distintos según el objetivo del estudio, en base a ese propósito la metodología de estudio va a variar ya que unas metodologías resultan más propicias para unos objetivos de estudio que para otros. En el caso que nos ocupa, la variación lingüística, vamos a destacar los dos abordajes principales que se ocupan de esta parte de la lingüística, la dialectología y la sociolingüística, ambas dos muy establecidas y que aportan gran cantidad de conocimientos al estudio de las lenguas.
Definimos dialectología como la disciplina lingüística que se ocupa del estudio de los dialectos, de las versiones diferenciables que adquieren ciertas lenguas en determinados espacios geográficos. Esta disciplina cuenta con una larga tradición, desde su creación allá por la segunda mitad del siglo XIX con los estudios de George Wenker y Jules Gilliéron, y una metodología consistente en el establecimiento de fronteras cartográficas sobre ciertos usos de la lengua que difieren de la lengua estándar mayoritaria de una población en zonas concretas, ya sea por cuestiones que atañen cualquier nivel de estudio lingüístico, pero que en esencia afectan a los niveles fonético, morfológico (y lexical por extensión) y sintáctico. La dialectología trabaja con el origen de los rasgos diferenciadores de los supuestos dialectos, con la fragmentación de la lengua como sistema de comunicación, con los medios de extensión de fenómenos lingüísticos entre una sociedad o dentro de una zona geográfica, con la estandarización de la lengua en zonas donde existe bilingüismo, bilingüismo diglósico, trilingüismo, multilingüismo, etc. para establecer una serie de mapas -que entre ellos se armonizan en la compilación de los llamados atlas lingüísticos- donde se cartografía la distribución de fenómenos de variación lingüística que han sido identificados como diferenciales y que conforman los llamados dialectos, o versiones dialectales de una lengua. Los estudios de dialectología implican un estudio de campo en el que los lingüistas deben moverse por la geografía objeto de estudio para conseguir informantes -personas con unas características específicas que reflejen de forma aleatoria y veraz el estado y las singularidades de la lengua en un espacio determinado-. El objetivo fundamental es en definitiva estudiar los diversos dialectos a través del espacio geográfico, es decir, atestiguar cómo es una versión de lengua en un área determinada y exponer los datos objetiva y aleatoriamente recabados en tratados dialectológicos con soporte cartográfico y que pueden ser recopilados como decíamos en atlas lingüísticos.
La sociolingüística en cambio podría definirse como una disciplina lingüística que estudia las relaciones de la lengua, no con el territorio como ocurre con la dialectología, sino con la sociedad, con los integrantes de la sociedad. Se trata de una disciplina bastante reciente, el término «sociolingüística» se utilizó por primera vez en 1952 en el título de un trabajo de Currie, aunque en realidad se considera el nacimiento de la disciplina con la publicación de William Labov, The Social Stratification of English in New York City en 1966. La sociolingüística es consciente de que las diferencias sociales de los individuos usuarios de una lengua hacen que ésta varíe de unas formas determinadas, y por ello se ocupa de estudiar todas esas variaciones de los sistemas lingüísticos que ocurren debido al contexto social de los usuarios, además lo hace con distintos enfoques; las relaciones entre lengua y sociedad, los usos de la lengua en sociedad, la lengua en contextos socioculturales, y por último la lengua y las redes sociales. Entre los objetivos más apremiantes para esta disciplina está identificar todos esos procesos de cambios lingüísticos que están en marcha, ya que como se ha dicho la lengua es un elemento vivo que está en constante cambio a lo largo del tiempo, y establecer las fronteras digámoslo así sociales, que ocasionan ciertos patrones lingüísticos que pueden ser sistematizados según criterios de diversa consideración. La sociolingüística se sirve de disciplinas no sólo lingüísticas, sino también de otras multidisciplinares como la sociología, la antropología, la psicología social e incluso la pedagogía. Esta disciplina se divide en una parte teórica y otra practica o aplicada, la teórica tiene como objetivo generar conocimiento relativo al establecimiento de modelos y métodos para analizar la estructura de las variedades lingüísticas entre las comunidades de usuarios, y difundirlo a través de publicaciones ordinarias o literatura gris. La sociolingüística aplicada en cambio se dedica a investigar los usos sociopolíticos de la lengua dentro de las instituciones de carácter público como instituciones educativas, centros de trabajo e instituciones gubernamentales. Esta disciplina distingue dos modalidades de estudio, la microsociolingüística -que se centra en conceptos como la comunidad de habla y la competencia comunicativa (gramatical, sociolingüística, discursiva, estratégica)- y la macrosociolingüística -las asociaciones directas entre los individuos, la sociedad de la que forman parte y las características lingüísticas que poseen-. El estudio sociolingüístico tiene lugar normalmente en zonas urbanas donde hay gran variedad de usuarios con circunstancias sociales diferentes que ciertamente arrojan mucha información a dichos estudios. Los principales condicionantes que afectan a las variedades sociolectales de la sociedad pueden ser la clase social, el nivel de instrucción, las variedades etarias -ya que no es lo mismo cómo usa la lengua una persona joven que una persona anciana-, si se trata de la lengua de las mujeres o de los hombres, cómo utilizan la lengua en determinados ambientes laborales, etcétera.
La dialectología y la sociolingüística aun siendo dos disciplinas que estudian la variación lingüística con abordajes distintos pueden ser consideradas disciplinas complementarias, se sirven la una a la otra ya que ambas obtienen sus datos de usuarios de lengua en sociedad. Además, ambas dos han servido para la elaboración de muchos trabajos de geografía lingüística.
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